LA FUNCIÓN DE LA TRISTEZA
21-04-2017
De las diferentes emociones que los humanos sentimos a lo largo de nuestra vida, la tristeza es la que más rechazo nos produce. Gastamos mucha energía en intentar que no aparezca o en que desaparezca cuando la sentimos en nosotros. Hay otras emociones desagradables, como el asco, la ira o el miedo, pero las vemos, en general, de una mayor utilidad para nuestra supervivencia.
Poder entender en qué nos ayuda la tristeza nos hace crecer y poder manejar las dificultades con más herramientas y menos sufrimiento.
Nos sentimos tristes ante las pérdidas o los cambios; son momentos vitales en los que nuestro esquema de la vida se tambalea. Lo que antes funcionaba, ya no. Sentimos un vacío, la ausencia de lo que ya no está.
Estar tristes nos permite reflexionar, volver a conectar con uno mismo y lo que realmente es importante en la vida de uno, poder aceptar ese cambio y las consecuencias que trae (y traerá). Sin hacer este proceso no podemos recolocarnos a nosotros mismos, elaborar el dolor y redefinirnos para poder avanzar. Es un momento íntimo de sinceridad pura.
Por último y no menos importante, mostrarse triste también sirve para lanzar un mensaje muy potente de ayuda a nuestros allegados, eso no basta para que uno se deje ayudar, pero sí es el paso previo para conectar con los demás y buscar ese apoyo que nos facilite mantenernos en pie.
*Este escrito no es una oda a la tristeza, ni tampoco significa que sea “bueno” que una persona tenga que vivir su tristeza con altos niveles de angustia y malestar. Cuando la tristeza se extiende en el tiempo, dificultando en las diferentes áreas del ser humano (relaciones, trabajo, ocio, salud…) recomendamos sin dudar que acuda a su centro de salud o contacte con un especialista en salud mental (psicólogo clínico y/o psiquiatra).